El tiempo cuaresmal que estamos viviendo nos invita a realizar estos 3 actos como contrapunto a los 3 principios que invaden al hombre: el tener, el poder y el placer. Pero entendidos en su esfera social y humana, es decir, en nuestra vida diaria. Hacer las cosas por puro placer, vivir considerándonos mas que nadie y trabajar sin ver a los demás como a nosotros mismos.
Y es que con Adán, el hombre entra de lleno en estos tres contravalores que corroen a la persona y lo aparta de Dios, por ello es el hombre nuevo, es decir, Jesus el que se nos presenta en una cruz con la antítesis de todo esto; esta desnudo (principio del tener), coronado de espinas (principio del poder) y herido y muerto (principio del placer).
El mensaje de Cristo es claro, contra el placer, ayudo; contra el tener, limosna y contra el poder, oración. Este es el verdadero paso de la cuaresma, debemos dejar atrás al hombre viejo (ese Adán que se rige por los 3 principios) y bautizarnos en la Pascua al hombre nuevo (el sentido de ser del evangelio).
En definitiva estamos llamados a la conversión del amor, un amor que se entrega por los demás, que ama y cree sin límites. Por ello, que esta cuaresma nos sirva para replantearnos el verdadero sentido cristiano de nuestra vida.
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