“Un mandamiento nuevo nos dio el Señor, amarnos como
el nos amó”. Y es que si algo recordamos en el Triduo Pascual es el triunfo del
amor, un amor instaurado en una eucaristía perpetua, en una iglesia viva y
triunfal.
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a hijo para
redención de toda la humanidad. La pasión de Cristo no es final sino el
principio de una nueva vida, de una nueva concepción de la humanidad, con él
nace el hombre nuevo y muere así el hombre viejo.
La caridad de Cristo se hace tan real entre los
hombres, que somos incapaces de ver en la crucifixión el triunfo de la vida
sobre la muerte, la pasión de Cristo nos trae un nuevo mensaje liberador de paz
y amor entre los hermanos.
La Cuaresma es un tiempo que nos invita a la
reflexión y a la oración para poder así terminar convencidos de que Dios es
amor; Dios es amor en su última cena, Dios es amor llevando el madero, Dios es amor
en la cruz y en el sudario.
Y María, la siempre entera, la del corazón
traspasado por una espada como en su día profetizó Simeón, permanece fiel al
lado de Jesús, ella es el modelo de entereza en la fe del cristiano. Siente la
soledad de ver morir a un hijo para limpiar el pecado del mundo, por ello ella
acepta el SI que Dios pone en su vida. María es la madre de todo cristiano y
cofrade.
Desde la Cofradía de los Santos Patronos, queremos
invitar a todo el Pueblo de Marmolejo a vivir intensamente una Cuaresma y una
Semana Santa convencidos realmente de lo que celebramos y de lo que Dios quiere
de cada uno de nosotros. Revivir la Pasión de Cristo, como antes hemos dicho,
no es otra cosa que volver a celebrar el amor de Dios con su pueblo.
Que San Julián y la Santísima Virgen de la Paz,
Sagrados Patronos de este pueblo, nos guíen en el camino de la fe y hagan de
nosotros instrumentos de paz y amor entre los hermanos.